Luis Cernuda
Bidón nace en Sevilla un 21 de septiembre de 1902 y es el tercer hijo de una
familia burguesa. Su padre, Bernardo Cernuda Bousa, puertorriqueño de
nacimiento, era comandante del Regimiento de Ingenieros y poseía un rígido carácter
militar. Su madre, Amparo Bidon y Cuellar y sus dos hermanas, Amparo y Ana,
quienes quedarían perfectamente dibujadas en su poema “La familia”
y cuya lectura da idea del agobio familiar que pesó sobre el poeta en su
infancia y adolescencia.
Los primeros diez años transcurren para
él en una constante soledad, atento solamente a su mundo interior en el que se
refugia frente a una realidad exterior desconocida y hostil. De este modo, el
joven Luis va replegándose hacia sí mismo cada vez más y haciéndose cada vez
más introvertido.
En 1911 descubre casualmente la poesía
de Bécquer con motivo del
traslado de los restos del creador de las “Rimas” de Madrid a Sevilla y
queda impresionado; pero no es hasta los catorce años cuando el joven Luis,
desde su soledad y desapego al mundo exterior, comienza a percibir su fuerza y
su magia, a la par que su despertar a la pubertad. Es por entonces que se
inicia a hurtadillas en el difícil arte de la versificación; estudiaba el joven
por aquel entonces el bachillerato en el colegio de los Escolapios de Sevilla.
En 1919 ingresa en la Facultad de
Filosofía y Letras hispalense donde comienza a estudiar Derecho. Allí conoce
por vez primera a Pedro Salinas,
recién llegado a la cátedra de Lengua y Literatura Españolas, con quien traba
amistad. Cernuda visita en varias ocasiones el domicilio del poeta quien le
introduce en la lectura de los clásicos, al tiempo que le pone en contacto con
la poesía de fin de siglo francesa: Baudelaire,
Rimbaud, Mallarmé... Es sin embargo la lectura de la obra de André Gide quien le abre el camino
hacia la total percepción de una realidad interna y externa que se le antojaba
oculta.
En 1920 muere su padre y durante los
dos años siguientes continúa sus estudios sin destacar nunca como buen alumno
por su carácter tímido y poco desenvuelto.
Entre 1923 y 1924 hace el servicio
militar en el Regimiento de Caballería de Sevilla y comienza a escribir versos,
de los cuales ninguno sobrevive y a finales de 1924 comienza a escribir los
poemas del que sería su primer libro: Perfil del aire, publicado en 1927
por Altolaguirre y Prados en
Litoral. Nueve de los veintitrés poemas ya habían sido publicados en 1925 en la
Revista de Occidente, gracias a la mediación de Pedro Salinas.
La crítica se muestra adversa con el
poeta al que acusa de plagio de la poesía de Guillén, lo que provoca el enfado
de Cernuda y un mayor repliegue hacia sí mismo ya que se había inspirado en la
poesía de Reverdy y de Mallarmé, así como en la lírica clásica
castellana y en las corrientes de moda de la época.
En 1925 conoce a Juan Ramón Jiménez con quien entabla
amistad, y al año siguiente termina sus estudios de Derecho. Su intento de
opositar a la plaza de secretario de ayuntamiento se malogra y le asalta una
gran inseguridad ante su futuro profesional.
En 1927 conoce a Lorca y luego a Vicente Aleixandre con el que trabaría una
gran y duradera amistad.
En 1928, muere su madre y Pedro Salinas
le facilita un lectorado en la Universidad de Toulouse. El poeta, sin trabajo y
en una situación económica precaria, vende sus pertenencias y se va a Toulouse
donde permanece dando clases hasta 1929. Allí empieza a redactar su primera
obra de carácter surrealista: Un río, un amor, inspirándose en las
emociones y sentimientos que le producen diversos medios expresivos, tales son
el cine o el jazz que tanto le apasionan. Esta obra ve la luz en las librerías
en 1931 y por entonces ya trabaja en Los placeres prohibidos, obra de
marcado carácter surrealista y con un gran tono lírico, que no es publicada
hasta 1936 y donde expone sus inquietudes amorosas cargadas de un fuerte
erotismo, expresando sus sensaciones con violentas y atrevidas imágenes que
escandalizan a la tradicionalista y conservadora sociedad del momento.
Ese mismo año vuelve a Madrid para
trabajar en la librería de León Sánchez
Cuesta y en 1933 colabora con la revista Héroe en cuya colección
publica El joven marino, así como en la revista Octubre que había
sido fundada por Alberti, intercalando poemas de corte político, estilo
en el que Cernuda nunca se prodigó demasiado y se afilia por espacio corto de
tiempo al Partido Comunista.
En 1934 viaja por España como
conferenciante del Museo del Pueblo del Patronato de Misiones Pedagógicas y
Culturales, entidad creada por el gobierno de la república y colabora
asiduamente en el Heraldo de Madrid. En 1935, Cernuda descubre la obra
de Friedrich Hölderlin, el cual
le fascina y a quien traduce de forma magistral en algunos de sus poemas,
publicados posteriormente en la revista Cruz y Raya por José Bergamín, quien recopila también toda la obra de Cernuda
hasta entonces bajo el título La Realidad y el Deseo.
En julio de 1936 marcha a París como
secretario de Álvaro de Albornoz,
que por entonces ostenta el cargo de embajador en la capital francesa, pero
vuelve a Madrid en septiembre donde reside hasta principios de 1937 en que se
traslada a Valencia a causa de la guerra civil. Allí funda con Rafael Alberti, Juan Gil-Albert y otros la revista
Hora de España.
En febrero de 1938 se traslada a Gran
Bretaña gracias a la intervención de su amigo Stanley Richardson que le proporciona un visado temporal para dar
unas conferencias. Regresa a París y decide no regresar a España ante el cariz
que ha tomado el conflicto bélico.
Vuelve a Inglaterra, donde imparte
clases en Surrey, Glasgow y Cambridge a la vez que penetra en el estudio de la literatura
inglesa: Shakespeare, Blake, Keats,
Browning, Coleridge, Elliot... También lee asiduamente a los filósofos Kierkegaard, Schopenhauer y Marx. Es
una etapa dura para el poeta, sumido en constantes crisis tanto religiosas como
anímicas, lo cual plasmará en su libro Las nubes (1941) donde puede
observarse un aire de separación entre el poeta y la realidad, a la que parece
contemplar desde la lejanía. También escribe en prosa un libro que titula Ocnos
(1941), una evocación de Andalucía desde la distancia.
En 1945 abandona Cambridge para ir a
Londres donde pasa dos años, y en marzo de 1947 recibe una carta de su amiga
Concha de Albornoz ofreciéndole un puesto de profesor en Mount Holyoke,
Massachussets, EE.UU. Llega en septiembre y permanece allí hasta 1952 salvo los
intervalos vacacionales en los que se desplaza a Méjico. Allí el poeta mantiene
en secreto una intensa relación amorosa con una misteriosa y desconocida mujer
a la que dedicará más tarde Poemas para un cuerpo (1957). Contaba
entonces con 49 años y en 1952 decide quedarse a vivir en Méjico en casa de
Concha Méndez, ex mujer del poeta Manuel Altolaguirre.
Por aquellos años (1949-1950), Cernuda
había escrito Variaciones sobre un tema mejicano, libro de pequeñas
composiciones en prosa a la manera de Ocnos pero más poético.
Entre 1950 y 1956 escribe Con las
horas contadas y Desolación de la quimera, una obra esencialmente meditativa con poemas de extensión
reducida y que ya muestra un agotamiento interno del poeta ante un mundo que no
le presta la suficiente atención. También publica: Estudios sobre la poesía
española contemporánea (1957), Pensamiento poético en la lírica inglesa (1958)
y Poesía y literatura I (1960).
En 1960 vuelve a los
EE.UU. como profesor y conferenciante y permanece tres años en Los Angeles. En
1963 regresa a Méjico, donde amargado, desilusionado y solo, muere
inesperadamente una mañana de noviembre de 1963.
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